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El Congost de Montrebei es un desfiladero natural formado por el río Noguera Ribagorcana, a su paso por la Sierra del Montsec, atravesándola de norte a sur. Dicho desfiladero está ubicado entre Aragón y Cataluña. Su acceso es complicado, y si vamos desde Barcelona, un poco dejano, ya que queda a más de tres horas de camino.
Por esa razón, dicha lejanía ha permitido que aún se mantenga un poco a salvo del turismo salvaje y destructor, aunque su fama va en crecimiento, lo que puede poner en peligro este maravilloso paraje.
Hay varias opciones para realizar la excursión por el sendero que cruza el Congost de Montrebei, la opción más corta puede ser realizar el recorrido que va de norte a sur desde el aparcamiento de “La Masieta” hasta el final del desfiladero.
Trayecto de ida que puede ser cubierto con cierta facilidad en más o menos una hora cuarenta y cinco minutos. Cuenta con un camino que ha sido excavado en la roca y recorre todo el precipicio por el borde del cañón, ofreciendo un panorama espectacular y preciso para hacer unas excelentes y llamativas fotos.
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Si se quiere caminar un poco más, basta dirigirse hasta el segundo puente colgante que atraviesa el Congost del Seguer y desde allí bajar, las escaleras de madera bastante empinadas en la pared para llegar hasta el albergue de Montfalcó.
Otra opción, para los más avanzados, es realizar el camino de sur a norte desde el aparcamiento de la ermita de la “Madre de Dios de la Pertusa”, hasta el segundo puente colgante pasando el desfiladero, lo que cubre unos nueve kilómetros de ida. Y la tercera opción sería tomar la ruta desde el albergue de Montfalcó hasta el Congost.
Una caminata por bonitos senderos a campo abierto de por lo menos dos kilómetros, para llegar al primer puente colgante, permiten divisar la entrada al desfiladero. Esta parte puede no ser apta para aquellos que sufran de vértigo. Pero la recompensa se consigue al observar los meandros del río que discurre entre las altas paredes de hasta quinientos metros de altura que dejan al espectador anonadado con las vistas y le invitan a internarse en el cañón.
El paseo se convierte en un completo regalo a la vista y las memorias de las cámaras podrían no ser suficientes para todas las fotos que se quieren tomar a cada paso. El camino ofrece cada tanto, bancos perfectamente ubicados con vista al desfiladero que permiten tomar aire, un bocadillo y dejarse hipnotizar por el romántico discurrir de los kayaks en el río. Dicha actividad que también se puede realizar y es ofrecida por empresas de la región con conocimiento y seguridad.
Una buena recomendación y, si aún nos acompañan las fuerzas, podría ser dirigirse hasta el puente colgante del Congost del Seguer. Si bien ocupa un kilómetro más de recorrido vale la pena hacerlo. Primero por las vistas desde este punto de observación y segundo por la posibilidad de bajar y volver a subir por las escaleras que conectan con la ruta de Montfalcó, en Huesca.