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A veces cuando viajamos queremos conocer un país pero no pasamos más allá de la visita típica a los grandes centros turísticos. Eso está muy bien y son sitios que hay que visitar sí o sí, pero lo cierto es que no tienen nada que ver con el resto del país. Es como viajar a Ámsterdam y pensar que hemos visto Holanda, cuando ciudades como Gouda recogen la esencia holandesa mucho mejor.
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Por su situación y por su historia, si queremos hacer un viaje con sabor puramente francés, Orleans es nuestro destino. Fue el centro neurálgico de la República y uno de los lugares más importantes dentro y fuera de Francia. Por desgracia, durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad fue prácticamente destruida aunque todavía se conservan los edificios históricos más importantes.
Orleans es una joya en bruto para los amantes de la Historia porque allí ha pasado de todo. Es importante no sólo a nivel de Francia sino también en la proyección del país galo fuera de sus fronteras. Igual no tienes muy claro dónde está Orleans o qué hay allí, pero seguro que te haces una idea de cómo es Nueva Orleans, la capital del estado de Luisiana conocida por su cultura única y distinta al resto de los Estados Unidos. Gran parte de esa herencia procede de Orleans. Además del nombre, en la zona americana todavía persisten muchas de las curiosas aportaciones de los colonos franceses que llegaron en el siglo XVII. Por ejemplo: los orígenes de la historia sobre el imperio de los casinos de Las Vegas está en la importación de los entretenimientos de la época que había en la Corte de Luis XIV de Francia, como los dados o el 21, juegos que luego viajaron hacia Nevada y California durante la fiebre del oro.
Otro ejemplo de la herencia francesa en Estados Unidos es el cajún, considerado un grupo étnico que vive principalmente al sur del país y desciende de Acadia, que es como se llamaba a las colonias de la “Nueva Francia” en Canadá. Allí, por supuesto, también hay influencia francesa y también es protagonista Orleans: a escasos kilómetros de la Ciudad de Quebec está la isla de Orleans, un precioso paraje que conserva casas centenarias y un estilo de vida que apenas ha cambiado desde su colonización.
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Orleans supo darse a conocer a miles de kilómetros pero hoy en día es una pequeña ciudad de apenas 250.000 habitantes que, sin embargo, sí que sigue conservando su importancia y encanto. Ya no será el centro del imperio francés pero está a sólo 130 kilómetros de la capital, y en tren se puede llegar a París en menos de una hora. En páginas como GoEuro podemos encontrar billetes por apenas 10€.
Orleans es, además, de las principales ciudades que se encuentran a orillas del río Loira. Comparte fama con Tours como una de las poblaciones que hay que visitar en una zona que es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
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A la belleza otoñal de la fauna y la flora del valle del Loira (suena muy rimbombante pero la verdad es que si piensas en la imagen ideal del otoño, seguramente lo que se te venga a la cabeza sean esos paisajes) hay que sumar los imponentes castillos construidos en sus orillas y la impresionante gastronomía de la zona que convencerá especialmente a los amantes del vino y el queso.
Sin movernos de la ciudad de Orleans encontramos también lugares muy interesantes. Hemos hablado de historia, naturaleza y gastronomía, ahora lo haremos de arquitectura. El edificio más importante de Orleans es sin duda su catedral gótica. La Catedral de la Santa Cruz data del siglo VII pero ha vivido varias reformas y cuenta con varios estilos. La catedral es lo más conocido pero hay mucho más: el casco antiguo con algunas casas de madera que datan de la Edad Media, la plaza del Matroi, el hotel Euverte Hatte o el de Groslot, que hace de ayuntamiento, son otras construcciones relevantes. Y por supuesto, la casa de Juana de Arco, el personaje histórico que salvó a la ciudad de los ingleses.
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La ciudad cuenta con una estatua ecuestre de la heroína y la primera semana de mayo se sigue celebrando la liberación de Orleans gracias a Juana de Arco. Unas fiestas que compiten con el Festival del Loira que hay en septiembre y que es la “celebración del estilo de vida en el Loira”. El río se llena de embarcaciones antiguas y durante cinco días hay distintos eventos en diferentes lugares.
Otro evento destacado es el Festival de Jazz que se celebra en verano; no tiene el renombre que el de su primo norteamericano pero no está de más que se reivindique de dónde sacaron la idea de diversión y ocio en Nueva Orleans.
Orleans dejó su huella fuera de Francia hace siglos, y hoy en día la sigue conservando desde las orillas del Loira. Situada en el centro del país, merece una visita que complazca todos los sentidos con la belleza de sus paisajes, su sencilla pero exquisita gastronomía, su interesante historia y su buena comunicación con París.