Rumbo a Praga desde Valencia


Cuando elegimos ir a la República Checa pensábamos que teníamos que subir hasta Barcelona para coger el vuelo, pero gracias a una chica que vendía Bramboraks en la Feria Alternativa nos enteramos que había vuelos directos desde Valencia. Existen dos vuelos, uno el martes, y otro el jueves, lo que mola del vuelo del jueves es que sales de Valencia a las 9 de la mañana y puedes aprovechar el día.

El día empezó a las 7 de la mañana, Kito tuvo que ir 3 veces al baño antes de salir. A las 9.30 salía nuestro vuelo, con la compañía Smartwings. El viaje muy bien, del despegue ni nos enteramos y el aterrizaje fue un poco más tenso ya que empezó a bajar demasiado rápido en un momento dado. Pero como estuvimos hablando con una chica checa que teníamos al lado se nos hizo más pasajero.

Una vez en el aeropuerto cambiamos 20 euros en Coronas,  para tener para el viaje en bus. Casualmente coincidimos con la chica que nos vendió Bramboraks en Valencia,  y fuimos con ellos hasta el centro. La verdad es que era un poco lío ir hasta el centro porque acabábamos de llegar,  e íbamos con el síndrome botijo. El trayecto no recuerdo si dura 20 o 30 minutos, es lo típico de las ciudades de Europa del Este, que son muy extensas y cuesta un rato entrar en ella.

Ya en el centro, estuvimos dando vueltas como una peonza, hasta que nos hartamos y nos comimos un par de salchichas en un puesto callejero, no esperábamos el tiempo tan caluroso. Razón, por la cual, hicimos nuestra primera comida en República Checa  debajo de un enorme árbol en una de las calles principales. Para comer, muy fácil, hay miles de puestos de comida rápida.

Como teníamos la referencia de Polonia,  fuimos a por el tranvía.  El viaje nos pareció una eternidad, y además nos dejó en mitad de un polígono industrial. Más adelante, descubrimos que el metro estaba más cerca. El hostel se llamaba Inturprag y estaba bastante bien.

Después de descansar un poco fuimos a conocer Praga. En vez de volver al centro, fuimos a dar un paseo al río. En el río, no había el bullicio de tanto turista, sin embargo, si que se podían ver restaurantes en barcos, pero era un ambiente más relajado.

Por la noche,  después de cenar, acabamos en la plaza escuchando un concierto de Jazz. Se estaba celebrando el Festival de Jazz de Bohemia, y el ambiente era sensacional ya que estaba la plaza vieja llena de gente.