Vuelo de Valencia a Rotterdam


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Nuestra aventura empezó  sobre las 5:15 de la mañana. Teníamos que coger el vuelo que salía hacia Amsterdam a las 7 de la mañana. Aunque llevábamos el check-in hecho siempre hay q estar antes para los controles. etc … aunque ríete de los controles en el aeropuerto de valencia…

El vuelo fue muy tranquilo, hasta que bajamos más abajo de las nubes, a partir de ese momento el avión empezó a dar bandazos, pero bueno, tuvimos suerte y podemos seguir escribiendo esta entrada.

Ya en el Aeropuerto de Amsterdam quedamos impresionados por las dimensiones del mismo y, como es típico, estuvimos con el síndrome botijo hasta que conseguimos llegar a la estación de tren para sacar unos billetes para ir a Rotterdam donde nos esperaba nuestra amiga. En el Aeropuerto de Ámsterdam está todo muy organizado y desde el mismo puedes coger trenes que vayan a otras ciudades, o a Amsterdam. En nuestro caso, cogimos el tren que nos llevaba a Rotterdam en poco menos de 40 minutos.

Una vez en Rotterdam, tras salir de la estación quedamos impresionados por los rascacielos que están al lado de la misma. Nuestra amiga nos contó que dicha estación antes de ser construida era un lugar peligroso en el que era muy común ver a gente trapichear.

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Caminando entre canales hacia la casa de nuestra amiga rápidamente llegamos a la conclusión de que era una ciudad muy cómoda para vivir. Pese a ser el centro no había mucha aglomeración de gente, aunque también podría ser porque era fin de semana y se acercaba nochevieja. También es cierto que el día 26 es festivo en Holanda y los comercios suelen estar cerrados.

Escultura de El Grito de Rotterdam

Escultura de El Grito de Rotterdam

Tras dejar las maletas y asentarnos un poco comentamos la ruta. En primer lugar, fuimos cogimos un taxi water, una especie de taxi que te lleva desde un punto a otro a través del agua, en nuestro caso la ruta acabó en el famoso café New York. Dicho café era el punto desde donde la gente partía cuando tuvo que emigrar en el pasado, de ahí su nombre. Hoy en día, es un lujoso café en el que, por lo que nos dijeron, tampoco era prohibitivo comer.

Cruzando el puente situado al lado del café encontramos algunas naves industriales, en una de ellas paramos a comer, era un lugar muy curioso, se trataba de una antigua nave industrial llena de antigüedades, bicicletas, y todo tipo de artilugios que creaban una atmósfera que te transportaba por el tiempo.

Si una cosa hemos aprendido de Holanda es que es un país con una mentalidad muy abierta,  capaz de cambiar cualquier espacio en un restaurante, pub o tiendas. Dicha mentalidad no impide, por ejemplo, convertir lugares religiosos como mezquitas o iglesias en cafés, o por ejemplo, celebrar conciertos de música House dentro de ellos, algo impensable en nuestro país.


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